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Cómo escribir un Bestseller

mileniArts Books • feb 20, 2020

Escribir es fácil, lo difícil es conseguir que te lean


Lo primero que cualquier persona que ha escrito un libro o quiere escribirlo debe plantearse es quién lo va a editar. 
Hoy en día, cuando plataformas como Amazon facilitan la autoedición y la autopromoción abundan los fans del hágalo usted mismo. El bricolage editorial ofrece básicamente el premio de la satisfacción personal de haber publicado nuestra historia. Además significa un ahorro en tiempo y en dinero considerable. No obstante  nuestra recomendación es que busquen una editorial. En términos literarios podemos asegurar que quien tiene un editor tienen un tesoro.  Gracias a muchos editores y editoras las obras de los autores más conocidos de la literatura universal se han convertido en grandes éxitos comerciales consiguiendo millones de lectores. 
Un ejemplo muy significativo, de los muchos que hay es Albert Zuckerman fundador de  Writers House. y agente, consejero y editor de autores  de éxito como Ken Follett, Michael Lewis, Olivia Goldsmith, Nora Roberts, y Stephen Hawking.
En su libro de consejos para escritores se formula algunas preguntas que todo autor contemporáneo debería responder. 

PREGUNTAS DE ALBERT ZUCKERMAN

1. ¿Lo que está en juego es algo “monumental”?

2. ¿Tengo personajes “más grandes que la vida”, capaces de hacer cosas extraordinarias, como Escarlata O’Hara o Don Corleone?

3. ¿Se puede sintetizar el impulso de mi novela en una pregunta dramática sencilla pero fuerte?

4. ¿El conflicto está articulado con algún “high concept” (según el autor “premisa radical y un poco extravagante”)?

5. ¿El espectador tendrá alguna implicación emocional con algún personaje?

6. ¿Se desarrolla en un ambiente insólito o excitante?


Hoy además es necesaria una buena promoción, por lo que también conviene familiarizarse con la buena publicidad y el manejo de las palabras. Libros como ¡El arte de vender por todos los medios! La publicidad tiene la palabra del maestro de escritores de anuncios Ricardo Pérez deberían ser de lectura obligatoria para quienes quieren elegir bien el título de sus obras. 

Ricardo Pérez es el dueño de la palabra en la publicidad española e hispano americana. Desde que empezó, hace ya bastantes años. Y lo es, en durísima competencia con otros excelentes publicitarios que llenaron nuestras tierras con magníficas campañas de indudable éxito en el panorama mundial de la publicidad. Ricardo Pérez gana la batalla de la palabra con textos antológicos, con eslóganes inolvidables, con frases como dardos que impactan en el corazón de la gente. Hace fácil lo difícil, como incluir la marca en el eslogan. “Calvo, claro”. “El que sabe, Saba”. “Voy a comer con Don Simón”. Nadie ha olvidado esos eslóganes ni sus marcas. Y cuántos eslóganes pasan a mejor vida sin saber a qué marca sirvieron, o no sirvieron.
 Ricardo escribe para la gente, no para los premios, aunque haya ganado muchos. Y eso es lo que hay que hacer. Para eso nos pagan, aunque últimamente parece que algunos valoren menos la publicidad y más la contabilidad de costos, aunque ésta sea incapaz de vender una sopa a un hambriento.
Ricardo vende lo que toca, como si su mano tuviera un poder mágico. Y es que lo tiene. Cuando su mano agarra la pluma, estás perdido, forastero. La maneja como Gary Cooper el colt y dispara conceptos que suenan y resuenan en todo el oeste y el este.
 Ricardo tiene tres grandes amores: su inseparable Fátima, la publicidad y la radio. Algunos de sus mejores eslóganes han sido para la cadena SER. Dice Ricardo que lo bueno, si breve, dos veces breve y lo borda con su buenísimo “Yes, SER”. (A veces es fantástico no dominar el inglés. A un americano no se le habría ocurrido nunca.) Si no se hubiera prohibido la publicidad de tabaco, Ricardo Pérez habría convertido la marca Davidoff en el Hamlet cigars hispano. La marca de tabaco más premiada de Inglaterra y del mundo habría tenido un serio competidor. “Davidoff, los que presumen de rubio, ahora lo tienen negro”. Como lo tendrán negro lo que no lean este libro, porque muchos lo leerán y serán mejores publicitarios, aprenderán de los que más saben, harán mejores campañas y ganarán más dinero. De modo que no os quedéis en el prólogo, que lo bueno viene ahora. 
LUÍS BASSAT 




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